Dicen que hay etapas en la vida que no se borran ni con láser y, con certeza, una de esas es la niñez. Pero en el caso del cubano se trata de una época que «no tiene precio». No es por creernos cosa, pero los chiquillos de la Mayor de las Antillas desprenden picardía y chispa por los poros.
Lo cierto es que ni madrugar era un pesar, ni la escuela era una rutinaria agonía. Cada septiembre los pioneros cubanos llegaban peinados, olorosos, con sus uniformes escolares planchados y con más energía que nunca para darle riendas sueltas a sus travesuras. ¿Quieres saber qué hacían los niños en las aulas cubanas? ¡Échale un vistazo a lo que hoy te traemos!
Índice de contenido
8 cosas que hacían los niños cubanos en las escuelas
1. Formar la fila
¡Lo primero! El matutino de cada día no podía faltar y junto con él típicas cosas. Para empezar, formar la fila, y tú dirás… ¿por qué tan importante? Pues los niños cubanos saben muy bien cuál es el 1, 2, 3 y no precisamente el del chachachá.
Puede que esto sea lo primero que aprenden los niños en Cuba, mucho antes que leer o escribir. La voz de mando podía tenerla un profesor, el pionero jefe de grupo o simplemente el que le tocaba dirigir ese día. “1” se gritaba a todo volumen para avisar que era el momento de hacer silencio y prestar atención. “2” significaba extender el brazo derecho hacia adelante y tomar distancia y, para terminar, el número “3” indicaba bajar los brazos.
Pero como los cubanos tienen su invento para todo, muchas veces era necesario formar a los niños en hilera y no en fila. En ese entonces, el número “2” era la orden para extender uno o ambos brazos hacia los lados y así lograr la distancia que se quería. Ya sea en el matutino, en la clase de educación física o para ir al comedor, hacer fila y tomar distancia a voces de 1,2,3 ¡era todo un clásico!
2. ¿Qué hice en mis vacaciones?
Si de cosas típicas se trata hay un pi constante el primer día de clases, y este era el siguiente titular: “¿Qué hice en mis vacaciones?” No pienses mal, no se trata de chisme ni de hacer comparaciones. En el momento en el que el maestro quería lograr que los niños se expresaran, ya sea en oraciones en el caso de los más pequeños o en párrafos para el resto, los profesores no tenían que pensar mucho el título. Algo así como que el tema de las vacaciones “tocaba por la libreta”.
¿Te imaginas resumir 2 meses de andanzas y “mataperreos” en unas líneas? ¡Claro que sí! Y nuestros fiñes lo hacían con mucho estilo. ¡Ojo! Que luego tocaba leerlo en alta voz.
3. Jugar a la pañoleta
Los juegos tradicionales de la infancia en Cuba definitivamente no son los más sofisticados del mundo, pero seguro que sí son los más originales y divertidos. Es cierto que suelen tener sus temporadas, como cuando es la serie de béisbol y todos juegan pelota, o cuando está la liga de fútbol y toca pasarse el balón; pero el juego de la pañoleta es de esos que “no tienen momento fijo”.
¿Cómo se juega? Sencillo, consiste en la “batalla” de dos grupos por “robarse” una pañoleta ubicada dentro de un círculo en el centro del terreno. Se hacen dos hileras, una frente a la otra, a la misma distancia de la pañoleta. A cada niño se le asigna un número, los mismos que en la fila de enfrente. Una voz de mando canta uno o varios números y salen de cada grupo esos integrantes a por la pañoleta, ¡a ver quién la roba!
4. ¿Por qué no se ve la teleclase?
Las teleclases y videoclases eran famosos métodos de enseñanza en las aulas cubanas. ¿Eran efectivas? «Casi» siempre, porque cuando no se veía bien el televisor tenía problema el video. ¡Pero no te creas! La mayoría de las veces alguna mano no tan inocente tenía la culpa.
No hay nada como la mente fértil de un niñito cubano en apogeo. Y cuando al profesor le tocaba buscar el culpable «ahí se trababa la pita». Un infante en Cuba se las ingenia para armar una historia fantástica que lo lleve todo a su favor. Con disimulo, se presenta como un angelito incapaz de hacer ninguna maldad. Más que saltarse la clase, la diversión estaba en el «¿quién ha sido?» y «¡yo no fui!»
5. Dime si sí o no
¿Y quién dice que hay que ser grande para tener novia o novio? Los cubanitos para el enamoramiento infantil se pintan solos. En cuanto entran a la escuela no tardan mucho en tener a alguien en la mira. Pero… ¿cómo crees que sucede ese ritual de conquista? Nada de charlas o actos románticos, los niños no se complican mucho.
Como dicen por ahí «papelitos hablan» y, en este caso, ¡literal! Si eres cubano, ¿cuántos papelitos mandaste o recibiste con un «dime si sí o no»? ¿Guardas alguno de recuerdo? ¿O acaso eras más de los de «ponme la piedra con fulanita«?
6. Te espero a las 4 y 20
«A las 4 y 20» es una frase simbólica para los cubanos, ¿a qué sí? No hay manera alguna que se nos olvide esa hora. Pero ¿qué sucedía a las 4:20 p.m.? La respuesta es ¡de todo! Para empezar, esa era la hora que marcaba la salida de la escuela. Sonaba el timbre y los muchachos salían disparados como una flecha.
Cubanos al fin, atrevidos y de mucha sangre caliente, los pequeños de la isla no están exentos de peleas y juegos que se saben cómo empiezan pero no cómo terminan. Así pues, si alguien tenía un «dime que te diré» simplemente se arreglaba con un «¡nos vemos a las 4 y 20!»
7. ¡Feliz cumpleaños!
Lo cierto es que no a todos nos gustaba ir a la escuela el día de nuestro cumpleaños. ¿Quieres saber por qué? Pues los chiquillos cubanos tienen una curiosa manera de felicitar a un homenajeado. No, no nos referimos precisamente a cantar el feliz cumpleaños a toda voz y al ritmo de las palmadas frente a toda el aula; eso se podía tolerar… aunque para los más tímidos no era un momento muy cómodo que digamos.
El caso es que había un ritual un poco más drástico el cual tenía lugar, de hecho, a las 4 y 20. Cuando más distraído podías estar te sorprendía el grupo malévolo con un cubo de agua fría, y no, ¡no es una expresión cubana! Un chapuzón de sorpresa te caía, ya sea de los pomos de agua del grupo o un mismísimo cubo si aparecía.
8. El buzón por el día de los enamorados
El 14 de febrero es un día especial en todo el mundo y los pequeños de la isla también saben cómo celebrarlo. Muestras de amor y cariño se hacen notar entre las parejas, los amigos y algún que otro tramposo, ahora mismo sabrás de qué hablamos.
En la semana de San Valentín en las escuelas cubanas entraba a escena un nuevo protagonista: el Buzón del Amor y la Amistad. Este se iba llenando poco a poco de cartas, postales y mensajes (anónimos o no), y finalmente se rompía el 14 de febrero. Cada joven recibía sus mensajes y se premiaba al niño y la niña más popular de la escuela. Y precisamente por esta competición aparecían algunos pícaros que se enviaban cartas anónimas a sí mismos. En serio, ¡todo un show! Pero imagínate, ¿quién no querría ser el más «pegado» de la escuela?
Palabras finales
Alguna que otra vez los momentos de la infancia invaden nuestros pensamientos. Son fragmentos que transcurren rápidamente frente a nuestros ojos y despiertan, aunque solo sea por un instante, aquellas emociones que creíamos olvidadas. Y tú ¿recuerdas qué cosas hacías en la escuela? No seas tímido y déjanos saber.
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