Un mensaje de fe para inmigrantes cubanos que sacude el alma

En un momento en el que muchos cubanos en Estados Unidos viven con el alma en pausa, entre cortes migratorias, estatus provisionales y un miedo silencioso que nadie quiere mostrar, surgió una voz inesperada.
No fue la de un influencer ni la de un activista. Fue la de una joven cubana con estatus I-220A, que habló desde el corazón y encendió un fuego que muchos pensaban apagado: la fe.
Su mensaje, grabado en video y compartido en redes, no solo ofreció consuelo. Fue más allá. Se convirtió en guía, en espejo y en refugio.
Y conmovió a una comunidad que necesitaba, más que nunca, escuchar que no está sola. Este mensaje de fe para los inmigrantes cubanos no vino a ofrecer soluciones legales, sino algo incluso más poderoso: esperanza real.
Índice de contenido
- «Yo también tengo miedo»: el inicio de una confesión colectiva
- Un llamado a dejar el miedo y levantar la fe
- El poder de orar no solo por uno mismo
- Un mensaje contra el miedo mediático
- La guerra no es física, es espiritual
- Una avalancha de “Amén”
- Conclusión: el tipo de fuerza que no se ve
- Más Noticias de Cuba
«Yo también tengo miedo»: el inicio de una confesión colectiva
Desde los primeros segundos del video, esta joven cubana rompe el silencio con una frase tan sencilla como poderosa: «Yo también soy I-220A. Yo también tengo miedo. También paso por ansiedad y depresión. Pero ¿sabes qué más tengo? A un Dios».
Estas palabras no fueron dichas con arrogancia espiritual ni con superioridad moral. Fueron pronunciadas con la voz quebrada de quien también ha llorado en silencio.
Y es justamente esa sinceridad la que hizo que su mensaje se volviera viral. Ella no vino a enseñar desde una tarima, vino a hablar desde el suelo, donde también está arrodillada.
En vez de alimentar el miedo colectivo que se ha expandido en redes sociales ante la falta de claridad sobre el futuro migratorio de miles de cubanos, esta joven propuso una alternativa radical: la fe como escudo, la oración como estrategia, la unidad como fuerza.
Un llamado a dejar el miedo y levantar la fe
Lo más impactante de este mensaje de fe para inmigrantes cubanos es que no se trata de un simple consuelo espiritual. Es una llamada a la acción, pero no cualquier acción: una acción espiritual y emocional.
Ella afirma: «Lo que no estoy dispuesta a hacer es renunciar a lo que Dios ha hecho por mí hasta este punto por causa de un hombre. Porque a quien yo tengo no es un hombre. No hace promesas vacías, no incumple ni se arrepiente de haber dicho algo».
Ahí está el centro de su declaración: poner la confianza en una autoridad superior a la humana, en un Dios que, según sus palabras, ya los trajo hasta aquí, y que no se olvidará de ellos ahora.
Para muchos cubanos, este viaje a EE. UU. no ha sido solo un cambio de país. Ha sido una odisea llena de peligros: selvas, desiertos, estafas, hambre, pérdida.
Llegar vivos ya fue un milagro. Pero luego, al llegar, se enfrentan a otro monstruo: la incertidumbre legal. El estatus I-220A, que miles tienen, no es garantía de nada. Es una libertad bajo palabra, una espera tensa, un limbo migratorio. Y en ese vacío, las emociones se desgastan.
Por eso, esta cubana pide que en vez de caer en el miedo, en el odio, en la desinformación, los inmigrantes se unan en oración. Su frase más fuerte resuena como un grito del alma: «Vamos a salir adelante, pero lo vamos a hacer de rodillas, mirando al cielo».
El poder de orar no solo por uno mismo
Una parte especialmente conmovedora del mensaje es cuando cuenta que, al orar, no pide su residencia, sino la de todos. «No me arrodillo a pedir solo por mí.
Yo quiero que llegue la residencia de miles y miles de inmigrantes que han tenido que tomar la difícil decisión de dejar su país. Que han dejado hijos, padres, carreras… todo».
Ahí deja claro que este mensaje de fe para inmigrantes cubanos no es individual. Es una oración comunitaria. Un eco de clamor que busca despertar lo que el miedo había dormido: la solidaridad espiritual.
No basta con sobrevivir. Hay que hacerlo juntos. Y orar por los otros es, en sí mismo, un acto de esperanza que cambia la perspectiva.
Además, advierte: «No pidas si no crees que va a suceder. No se trata de pedir con dudas, sino de pedir con fe». Es decir, la fe no es una superstición pasiva. Es una certeza que exige convicción y acción.
Un mensaje contra el miedo mediático
«En las redes sociales, haciendo comentarios, entrando en chismes, creando miedo, lo único que logramos es que más personas sigan sembrando temor en nuestros corazones», asegura. Aquí, su mensaje se vuelve también un llamado a la salud mental.
La sobrecarga de malas noticias, el pánico colectivo y las constantes actualizaciones sobre deportaciones o detenciones han generado una ola de ansiedad que muchos cubanos no saben cómo manejar.
Esta joven, con claridad y firmeza, dice que no se gana nada llenándose la cabeza de miedo. Que es momento de desconectarse del caos digital y volver a conectarse con Dios.
No es un mensaje para ignorar la realidad. Ella misma advierte que hay que ser precavidos, obedecer la ley, no tomar decisiones impulsivas. Pero también aclara que ser precavido no es lo mismo que vivir con terror. La fe, dice, no es ingenuidad. Es resistencia.
La guerra no es física, es espiritual
«Ahora más que nunca, tu actitud debe ser de héroe, de entendimiento, de conexión con Dios», insiste. Y lo dice con conocimiento de causa. Ella sabe que muchos han pensado en regresar a Cuba. Sabe que otros viven encerrados, sin querer salir ni siquiera a Walmart por miedo a ser detenidos.
@deimysespinosa Este mensaje es para todo el que ha perdido la fe y la fuerza interior para seguir luchando. Esta guerra no es física, es emocional y espiritual. Tus fuerzas no provienen de ti, vienen del Dios que te trajo hasta aquí así que levántate y confía. Se necesitan más personas de rodillas y menos en las redes sociales llenándose de malas noticias. #fe #proceso #dios #renovacion #inmigrantes #i220a #coraje #incertidumbre ♬ Boundless Worship – Josué Novais Piano Worship
Pero también se sabe que la solución no está en paralizarse, sino en actuar con fe. En creer que si llegaron hasta aquí, fue por algo. Y que lo que viene, aunque no se ve, es bueno.
Es aquí donde su mensaje se convierte en algo más que consuelo: se vuelve un llamado a despertar. A vivir con propósito. A entender que este proceso, por duro que sea, puede ser también una forma de transformación espiritual.
Una avalancha de “Amén”
Este mensaje de fe para inmigrantes cubanos no cayó en el vacío. Más de 600 comentarios llenaron la publicación de respuestas como:
«Tus palabras me dieron vida. Estaba a punto de rendirme.»
«Este mensaje me devolvió la paz que las noticias me quitaron.»
«Dios me habló por medio de ti. Gracias, hermana.»
«Soy 220A y estaba deprimida. Hoy, después de escucharte, oré.»
«No me conoces, pero me cambiaste el corazón.»
En tiempos donde todo parece dividir, este mensaje unió. Donde otros siembran miedo, ella sembró fe. Donde muchos ven caos, ella ve un propósito divino. Y esa fe, tan sólida, es la que ha hecho eco en el alma de miles.
Este mensaje es para todo el que ha perdido la fe y la fuerza interior para seguir luchando. Esta guerra no es física, es emocional y espiritual. Tus fuerzas no provienen de ti, vienen del Dios que te trajo hasta aquí así que levántate y confía.
Sus palabras son una continuación del mensaje original. Un eco que sigue resonando en los corazones que no han dejado de esperar.
Conclusión: el tipo de fuerza que no se ve
Este mensaje de fe para los inmigrantes cubanos no se trata de religiosidad ni de fanatismo. Se trata de supervivencia emocional. De reconocer que el alma también necesita atención, y que el miedo puede ser vencido cuando se comparte la carga con otros y con Dios.
En medio del estatus migratorio incierto, el proceso legal agotador y el futuro desconocido, este mensaje se alza como un recordatorio de que la fe no es para los que ya tienen todo, sino para los que aún esperan.
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