Cinco realidades que sorprendieron a un joven cubano al llegar a España

Un joven cubano que emigró a España, quedó sorprendido por aspectos básicos de la vida diaria que nunca imaginó que podían funcionar de forma tan distinta.  

A través de un video compartido en redes sociales, revela cinco “descubrimientos” que marcaron su llegada y que inevitablemente contrastó con su experiencia en Cuba.  

Cuando un cubano decide emigrar, suele imaginar que lo más difícil será adaptarse al clima o al idioma. Pero muchas veces, lo que realmente impacta son los detalles cotidianos, esas pequeñas diferencias que, comparadas con la vida en la isla, revelan mundos opuestos.  

Índice de contenido

• 1.Cruzar la calle: del caos al orden 
• 2.Calles limpias vs. abandono urbano 
• 3.Puntualidad como norma, no como excepción 
• 4.Trato amable frente al mal humor institucionalizado 
• 5.Precios estables frente a la incertidumbre constante 
  • Una nueva forma de vivir lo cotidiano 

1.Cruzar la calle: del caos al orden 

Una de las primeras cosas que le llamó la atención fue el respeto absoluto a los semáforos peatonales. En España, la gente espera sin impaciencia a que la luz verde permita cruzar, aunque no venga un solo auto.  

Este comportamiento refleja una cultura del orden y la seguridad vial. En cambio, en Cuba, cruzar la calle es un ejercicio de agilidad y riesgo. El peatón muchas veces ignora los semáforos, que allí son vistos más como un adorno urbano que como una señal que deba respetarse. La prioridad en la vía no está clara, y la falta de educación vial es evidente. 

2.Calles limpias vs. abandono urbano 

La limpieza de los espacios públicos en España fue otro motivo de asombro. De manera general, no hay basura acumulada en las esquinas ni malos olores en las aceras. Hay contenedores accesibles, y los ciudadanos suelen usarlos.  

En Cuba, sin embargo, el deterioro del espacio urbano es parte del paisaje: calles sucias, contenedores desbordados y una sensación generalizada de abandono. Esta diferencia le hizo reflexionar sobre el valor que se le da al entorno común y el sentido de responsabilidad colectiva que muchas veces falta en la isla. 

3.Puntualidad como norma, no como excepción 

El transporte público en España funciona como un reloj: llega cuando debe, parte cuando corresponde. Para alguien que viene de Cuba, donde esperar una guagua puede ser una aventura de horas sin certeza de si pasará o no, esta eficiencia es casi un milagro. En la isla, la impuntualidad del transporte no solo retrasa la rutina diaria, sino que genera una sensación constante de frustración e impotencia. 

4.Trato amable frente al mal humor institucionalizado 

Una de las diferencias más notables fue el trato de las personas en servicios públicos y comercios. En España, incluso en situaciones tensas o en trámites burocráticos, el personal suele mostrarse educado, atento y dispuesto a ayudar.  

En cambio, en Cuba, la experiencia con empleados estatales o dependientes suele estar marcada por el desdén, las malas caras e incluso respuestas groseras. La cortesía en el trato parece algo excepcional, y no una norma. Esta diferencia le hizo ver cómo el respeto mutuo puede mejorar significativamente la vida diaria. 

5.Precios estables frente a la incertidumbre constante 

Finalmente, le impresionó la estabilidad de los precios. En España, lo que cuesta algo está claro, se respeta y rara vez cambia sin aviso. No hay necesidad de regatear, ni temor a que te cobren más por ser extranjero o por “lo que haya ese día”.  

En Cuba, los precios están en constante alza, a menudo sin justificación aparente, y cambian de un lugar a otro, generando desconfianza, malestar y una sensación de desprotección para el consumidor. 

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Una nueva forma de vivir lo cotidiano 

Estos cinco aspectos, aunque puedan parecer triviales para quienes han crecido con ellos, fueron para este joven cubano una revelación. No se trata solo de mejores servicios o mayores recursos, sino de una cultura cívica que valora el respeto, la organización y la convivencia.  

En contraste, la vida en Cuba le parecía una constante lucha contra el caos, la improvisación y la falta de consideración. Para él, vivir en España no solo significó emigrar: fue aprender otra manera de habitar el mundo.