Cubano se gradúa a los 85 años en Estados Unidos y demuestra que nunca es tarde

Un cubano de 85 años ha logrado graduarse en Estados Unidos después de más de cinco décadas desde que inició sus estudios universitarios.  

Se trata de la historia de Roberto Fernández, quien ha inspirado a muchas personas, tanto dentro de la comunidad cubana como en el ámbito educativo del sur de Florida. 

Fernández llegó a Miami a finales de los años sesenta tras un periplo que incluyó etapas de vida en España y Nueva York. Su primer intento de graduación se produjo en 1972, cuando se inscribió en la Universidad Internacional de La Florida (FIU, por sus siglas en inglés).  

Índice de contenido

• Un sueño postergado por la vida 
  • La vuelta al aula con apoyo familiar 
  • Un momento histórico en la ceremonia 
  • Una lección de perseverancia 

Un sueño postergado por la vida 

En sus primeros años en FIU, combinó el trabajo con las clases nocturnas, una práctica común entre muchos estudiantes de la época. Al cabo de tres años, estaba a solo una asignatura de obtener su título universitario, pero diversas responsabilidades lo llevaron a abandonar el programa.  

La necesidad de atender su negocio de contabilidad y de sostener a su familia lo apartó de las aulas. A pesar de ello, el objetivo nunca desapareció de su mente. A lo largo de los años, el recuerdo de ese logro pendiente permaneció con fuerza.  

La vuelta al aula con apoyo familiar 

El impulso final para retomar el proyecto académico surgió en una charla con su hijo, quien actualmente es profesor adjunto en la facultad de negocios de FIU. Esta conversación fue decisiva para que decidiera investigar si aún podía completar su grado.  

Descubrió que solo le faltaba una última materia y que podía finalizar sus estudios en el programa de Estudios Interdisciplinarios. Con esa claridad, volvió a matricularse y se dedicó a completar los requisitos restantes.  

Un momento histórico en la ceremonia 

La graduación se celebró con una ceremonia en la que Fernández fue recibido con aplausos y vítores por cientos de jóvenes graduados y asistentes. Acompañado de su toga y birrete, cruzó el escenario apoyado en su bastón para recibir el diploma que había perseguido durante décadas. 

Al recibir su título, él mismo reconoció el significado profundo de ese logro, afirmando que se siente “muy orgulloso” y “feliz” por haber concluido lo que una vez dejó inconcluso. Su emoción evidenció que nunca es tarde para cumplir una meta largamente ansiada.  

Una lección de perseverancia 

Esta historia ha resonado más allá de Miami y Florida, no solo por la edad de Fernández, sino por la recordatoria universal de constancia y determinación. Para muchos, su graduación simboliza la posibilidad de retomar sueños postergados y superarlos a cualquier edad. Además, su caso se ha comparado con otras historias similares de graduaciones tardías en la misma universidad, subrayando que el aprendizaje y la formación académica pueden ser un viaje de toda la vida.