CUBANOS

Las 10 series cubanas juveniles más populares

En el corazón de cada cubano, late fuerte el recuerdo de esas tardes pegados a la pantalla. El espacio, Aventuras, era sagrado, era parte de lo que nos hacía correr a casa después de la escuela o de jugar en la calle. Cuando los 80 llegaron, trajeron un aire fresco, algo nuevo: las series cubanas juveniles. Pasamos de las aventuras clásicas, esas de héroes casi de leyenda, a tramas más cercanas a nuestra realidad, más contemporáneas. Cada personaje, con sus aventuras y desventuras, era como un amigo más del barrio o un compañero de clase.

Las series cubanas juveniles no son solo programas de tele, son pedacitos de nuestra vida, historias que nos tenían al filo del asiento y que eran el tema de conversación en la escuela al día siguiente. Este artículo es, más que nada, un viaje al pasado, a esas series que marcaron épocas y a generaciones de cubanos. Así que acompáñame en este recorrido nostálgico. Vamos a recordar, a reír y quizás a emocionarnos de nuevo, porque estas series son testimonio de aquellos días inolvidables de nuestra juventud en Cuba.

Mejores series cubanas juveniles

1. Blanco y Negro ¡No!

¿Qué cubano de los 90 no recuerda Blanco y Negro ¡No!? La serie nos mostró cada personaje tipo de la secundaria, desde el que siempre está buscando cómo escapar de clase hasta la niña que parece tenerlo todo. Estaba Adriana, interpretada por Laura de la Uz, esa adolescente luchando por encontrar su lugar en un mundo, mientras lidiaba con un hogar que era un campo de batalla. O a Tito, el hermano rebelde aficionado al rock, interpretado por Roberto González, que nos enseñó que a veces la música es mucho más que sonido, es un escape. Y Alejandro, el amigo leal, encarnado por Humberto Miranda, que siempre estaba ahí, recordándonos el valor de la amistad.

Nos reímos con sus ocurrencias, nos identificamos con sus problemas y soñamos con sus aventuras. Blanco y Negro ¡No! fue más que una serie. Fue el espejo de una generación, contando nuestra historia con un toque de humor y mucha, pero mucha realidad.

2. Enigma de un verano

Imagina un verano donde tu mayor problema sea decidir entre seguir el mapa de un viejo tesoro o dejarte llevar por el romance bajo el sol caribeño. Eso nos trajo Enigma de un verano, la serie que convirtió a Pablo y el Colorado en los Indiana Jones de Baracoa. Armados con la inocencia de la adolescencia y el deseo de aventura, se lanzaron a descubrir no solo rastros de los indios taínos, sino también las complicaciones y dulzuras del primer amor.

Dirigida por Roly Peña y estrenada en el calor del 2001, esta serie se convirtió en el pasaporte a un verano de aventuras que muchos deseamos. Entre encuentros inesperados con otros jóvenes y la guía de un viejo pescador, Pablo y el Colorado nos enseñaron que cada verano tiene su historia, su misterio y, sobre todo, su enigma. Enigma de un Verano no solo capturó la esencia de la juventud cubana, sino que también nos recordó que, a veces, las mayores aventuras y los romances más intensos están justo donde menos los esperamos: en casa, esperando por un verano más.

3. Coco Verde

Cuando la tropa de Coco Verde se armó de valor (y de cámaras) para lanzarse a la Ciénaga de Zapata, lo que buscaban era grabar un video para ganarse el concurso de la UNESCO. Pero, ¿quién iba a decirles que en medio de aquel monte, más allá de los mosquitos y el fango, iban a encontrar un tesoro más grande que cualquier premio? Así, entre charcos y camaradería, estos universitarios se metieron en el corazón de la ciénaga… y de sus gentes. ¿Y el resultado? Un documental que sí, que estaba bueno, pero las historias que se llevaron para casa, esas no había cámara que las captara del todo.

Coco Verde nos enseñó que a veces los planes más locos son los que más valen la pena. Que no hay mejor aula que la vida misma y que los mejores amigos a veces los haces donde menos lo esperas, compartiendo un coco en medio del campo o descubriendo que la mayor riqueza no está en lo que grabas, sino en lo que vives.

4. Por Deporte y Amor

Una vez más, Roly Peña, nos traía a la pantalla una serie que, como un buen juego en verano, nos enganchó desde el primer capítulo. En esta historia la cancha no era solo para sudar, sino también para soñar y enamorarse. Y es que, ¿quién puede resistirse a ese combo de deporte, luchas personales y romances que te hacen suspirar?

Fue esa mezcla explosiva de temas sociales, y cómo no, esos líos de corazón, lo que puso a Por Deporte y Amor en el podio de las favoritas de la juventud cubana. No solo nos mostró la importancia de la superación personal y el trabajo en equipo, sino que también nos enseñó que en el juego del amor, a veces hay que arriesgar, pasar el balón y esperar lo mejor.

5. Doble Juego

Cuando Doble Juego irrumpió en la televisión cubana en 2002, más de uno se preguntó si eso era telenovela o qué era. Pero Rudy Mora nos sacó de dudas rápido: era teleserie con temas de adolescentes para todos los públicos. Habló de lo que nadie hablaba: el amor en tiempos de homofobia, el drama del racismo, y esos embarazos adolescentes.

Entre personajes que podían ser tu vecino, tu primo, o hasta tú mismo, Doble Juego, nos enseñó que la vida es un montón de grises, y que cada quien tiene su batalla. Lo pusieron a la hora de la novela, sí. Pero no era para llenar un hueco en la programación; era para contar verdades que a veces dolían. Y así nos regaló una de las mejores historias que la TV cubana se haya atrevido a contar.

6. Mucho Ruido

Estrenada en agosto de 2009 por Tele Rebelde, Mucho Ruido se posicionó rápidamente como un referente dentro de las series cubanas juveniles. Desde su inicio, la narrativa se centra en dos grupos de estudiantes de secundaria: unos de un entorno más acomodado, probablemente en El Vedado, y otros de un barrio humilde, cada uno lidiando con sus propias realidades y problemas.

Fue ver cómo, entre diferencias y roces, se puede tejer algo bonito como la solidaridad y, quién lo diría, la amistad. No escondió lo feo – la sobreprotección, las drogas, la infidelidad –, sino nos enseñó que hay espacio para entenderse y para crecer juntos. Mucho Ruido no fue solo una serie más. Fue el grito de una generación que, a pesar de las diferencias, aprendió a hacer música con el ruido de la vida.

7. Adrenalina 360

Adrenalina 360 intentó mezclar el mundillo de los deportes extremos con el drama cotidiano de unos jóvenes que no se conformaban con lo típico. Dirigida por Pablo Javier López, esta serie quiso mostrar esos ocho muchachones empeñados en demostrar que en la vida, como en los deportes, hay que jugársela a todo o nada.

La serie se destacó por su enfoque innovador. Incorporó elementos de videojuegos, videoclips y animación avanzada, en un intento por capturar la estética y el espíritu de los deportes extremos. Sin embargo, Adrenalina 360 no fue tan popular como se esperaba. Algunas de estas técnicas ya no eran novedosas para el momento de su estreno en 2011, y también enfrentó críticas por sus debilidades en la trama.

8. Zoológico

Zoológico nos metió de lleno en ese lado de La Habana que muchos no ven. Esta serie, más que un recorrido por los senderos del Zoológico Nacional, fue un viaje al corazón de nuestros dramas, sueños y conflictos más profundos. Amílcar Salatti y Yoel Infante, con esa habilidad para contar lo nuestro sin filtros, pintaron un cuadro de la Cuba de los últimos 20 años. Y es que aquí, no todos los cuentos terminan con un “y vivieron felices para siempre”. Algunos personajes nos enseñaron que detrás de cada error hay una lección, y que el precio de las decisiones lo pagamos todos.

Pero Zoológico no fue solo drama por el drama; fue una clase magistral sobre la vida misma. Nos mostró esa muchacha de 22 años luchando por su sueño, ese deseo de salir adelante que choca con las expectativas de los demás, esa juventud que busca su camino entre el amor, la amistad y las ganas de comerse el mundo.

9. Diez latidos por segundo

Diez latidos por segundo se lanzó al ruedo audiovisual sin los alardes de una gran producción, pero capturó la esencia de los jóvenes cubanos con notable sinceridad. Dirigida por Edy Suárez, esta serie independiente se zambulló en temas actuales como la diversidad sexual, el impacto de las redes sociales, y otros desafíos juveniles, marcando un hito por su forma de abordar con valentía cuestiones profundas de la sociedad.

A pesar de sus limitaciones en producción, Diez latidos por segundo logró conectar con su audiencia, ofreciendo una mirada cruda y auténtica a las vivencias y conflictos de la juventud en Cuba. Se difundió inicialmente a través de El Paquete y más tarde en plataformas online como YouTube.

10. Calendario

Desde que Calendario se estrenó en enero de 2022, serie dirigida por Magda González Grau y escrita por Amílcar Salatti, se coló en las casas de Cuba como una de las series cubanas juveniles más populares. De repente, todos estábamos esperando por el próximo capítulo los domingos. Es que Calendario nos trajo esa mezcla única de drama y cotidianidad, contando la vida de unos adolescentes de noveno grado que bien podrían ser nosotros o hasta nuestros propios hijos, enfrentando el día a día con sus maestros y esa montaña rusa que es crecer.

Lo que hace especial a Calendario es cómo capta ese sabor a vida real, ese toquecito cubano que nos hace decir “así mismo es”. Nos muestra sin tapujos la relación entre estudiantes y maestros, metiéndose de lleno en lo que significa ser joven en Cuba hoy. Cada domingo, esta serie nos recuerda por qué las historias bien contadas, esas que nacen y respiran entre nosotros, tienen el poder de unirnos, hacernos reflexionar y, por qué no, cambiar un poquito nuestra manera de ver el mundo.

Palabras finales

Las series cubanas siempre han tenido ese toque especial que nos pega al sillón, esperando el próximo capítulo. Son esas mismas series las que nos han hecho reír, llorar y a veces hasta pensar un poco más allá de lo cotidiano. Al recorrer juntos este camino por las series cubanas juveniles, esperamos haber encendido en ustedes la chispa de la nostalgia y quizás despertado el interés por aquellas historias que aún no conocían.

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