Sara Montiel y el cubano Tony Hernández: la historia de un amor polémico

La historia de amor entre la diva española Sara Montiel y el cubano Tony Hernández, estuvo marcada por la polémica y el escepticismo. Con 35 años de diferencias y mundos totalmente opuestos, su relación se convirtió en el centro de la prensa del corazón. 

Desde el primer anuncio oficial de compromiso hasta la pugna familiar y la posterior ruptura, la unión entre Sara Montiel y Tony Hernández despertó pasiones, críticas y preguntas. Un romance inesperado, lleno de glamour, dudas y una diferencia de edad que nadie olvidó. 

Sara Montiel 

Sara Montiel, cuyo nombre real era María Antonia Abad Fernández, nació en Campo de Criptana, Ciudad Real, en 1928. Fue una de las actrices más célebres del cine hispano; desde México y Hollywood hasta España, su voz y su presencia la convirtieron en un icono del melodrama y la canción. 

Películas como El último cuplé y La Violetera la convirtieron en un ícono internacional. Sin embargo, sus romances ocuparían más páginas en los medios de prensa que su propia carrera artística. 

Cómo nació la relación con Tony Hernández 

La historia de amor entre Sara Montiel y el cubano Tony Hernández empezó en la distancia. El habanero era un admirador confeso de la diva y, a pesar de los 35 años de diferencia entre ambos, aseguró que siempre la había amado. 

Desde Cuba, Hernández seguía la carrera de la Montiel. Así que entablaron una relación epistolar durante meses. Finalmente, Tony viajó a España en lo que él asegura que fue un viaje a conocer a su ídolo. 

Más tarde, ambos aseguraron que se habían enamorado casi inmediatamente. Ella reveló que dudó debido a la gran diferencia de edad entre ambos. Pero, finalmente, terminó “rendida ante a sus ojos”. 

 Una boda secreta 

La prensa, que no le perdía ni pie ni pasa a Sara, muy pronto descubrió este nuevo capítulo de su vida. Muy pronto empezaron a perseguirlos a publicar fotos e imágenes de ambos en lo que llamaban el nuevo “capricho” de Sara.  

El 17 de octubre de 2002 la pareja contrajo matrimonio en el Ayuntamiento de Majadahonda. La ceremonia civil fue breve, con sólo dos testigos, y generó expectación entre el público y los medios. 

Sara vistió un traje de dos piezas en seda champán firmado por un diseñador, y eligió una corona de flores naturales en lugar de ramo tradicional. Tras la firma, la pareja organizó una celebración privada en la residencia de ella, como habían previsto originalmente.  

Entre los invitados figuraban amigas cercanas, algunas de ellas reconocidas figuras del espectáculo que entregaron los anillos bautizando simbólicamente el enlace. 

Pero no todo fue felicidad: los hijos adoptivos de Sara no asistieron. Según la propia actriz, ella intentó hablar con ellos antes del enlace, pero no hubo acuerdo. La boda fue considerada por muchos como una “odisea mediática” más que un acto íntimo. 

Controversias, críticas y ruptura 

La unión de Sara Montiel y Tony Hernández fue muy polémica. Sus detractores argumentaban que la diferencia de edad y la repercusión mediática apuntaban a un montaje. 

Además, surgieron rumores sobre razones económicas detrás del enlace. Para acallar esas sospechas, Tony aceptó casarse bajo régimen de separación de bienes y capitulaciones matrimoniales.  

No obstante, la relación se resquebrajó en un año. Los hijos de Sara le dieron un ultimátum y ella terminó por divorciarse. Los desacuerdos públicos, críticas familiares y reproches mediáticos marcaron su despedida. 

De los medios al olvido 

Tras su separación, Tony regresó a La Habana y se instaló en San Antonio de los Baños, territorio que hoy forma parte de la provincia de Artemisa. 

Actualmente, reside en esa localidad, alejado de los medios de comunicación y sin redes sociales. En 2024 realizó un viaje a España a rendirle homenaje privado a Sara, de quien asegura que estuvo profundamente enamorado. 

Mito, amor y controversia 

La historia de Sara Montiel y Tony Hernández es un retrato complejo del amor, la fama y los prejuicios. Su boda, rodeada de glamour y polémica, marcó un hito en la crónica rosa. Su relación encarnó contradicciones: por un lado, la pasión y admiración mutua; por otro, las sospechas y la incomprensión familiar. 

Hoy, a pesar del paso del tiempo, el nombre de Sara Montiel y Tony Hernández sigue evocando aquel capítulo final de la vida de la diva: un episodio tan cinematográfico como real, con alegrías, tensiones, ilusiones y desengaños. Su historia permanece en la memoria colectiva como un reflejo de lo frágil y al mismo tiempo poderoso que puede ser el amor bajo los focos.