CUBANOS

Castillo de los Tres Reyes del Morro: el guardián de La Habana

Dos emblemáticas construcciones, el Castillo de los Tres Reyes del Morro y la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, conforman el imperecedero Morro-Cabaña. El Morro, como cariñosamente se conoce en la isla, es una de las principales imágenes que vienen a la mente al pensar en La Habana. Y es que esta magnánima fortaleza que «sale hasta en la sopa» es símbolo inequívoco de la capital cubana.

¿Cuántas veces has caminado por La Habana y divisado el Morro a lo lejos? ¿En cuántas ocasiones has ido a la Feria del Libro o a la Ceremonia del cañonazo de las nueve? Son situaciones tan comunes en los cubanos que con el paso del tiempo esa construcción parece estar condenada a quedar en el imaginario colectivo como una especie de pieza de museo.

Precisamente, por ser tantos los momentos históricos de los que fue testigo y por haber sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, junto a Fortaleza de San Carlos de la Cabaña y la Habana Vieja, en DimeCuba queremos acercarnos al que será el guardián eterno de nuestra bahía

Historia del Castillo de los Tres Reyes del Morro

Vista del Castillo de los tres reyes del morro

En el siglo XVI la ubicación geográfica del puerto de La Habana lo convertía en una importante zona de comercio y navegación, ya que por estas aguas pasaban gran parte de los barcos que se dirigían hacia las otras colonias americanas o hacia la metrópoli española. Por ese entonces los ataques de corsarios y piratas en las costas cubanas andaban a la orden del día.

El continuo asedio de piratas que sufrió la Villa de San Cristóbal hizo que fuera necesario proteger el puerto. Con este cometido llegan en julio de 1587 a la ciudad de La Habana Juan de Tejeda, maestro de campo, y el ingeniero militar Bautista Antonelli. El objetivo era examinar puntos claves en la Villa para construir un sistema defensivo.   

Un año más tarde, Antonelli propone que el cerro rocoso ubicado sobre el océano Atlántico justo a la entrada del puerto se convierta en el lugar para construir un fuerte defensivo y en lado opuesto que se edificara un fuertecillo con una trinchera.  

La construcción del Castillo de los de los Tres Reyes del Morro comienza en 1589 y al unísono también la del Castillo de San Salvador de la Punta, ambas construcciones, junto al Castillo de la Real Fuerza (que ya estaba construido) constituían el primer sistema defensivo de La Habana.

El Castillo del Morro es un ejemplo de fortaleza abaluartada de la arquitectura del siglo XVI. Posee una planta renacentista de carácter irregular debido a lo accidentado del risco en que se levanta. La construcción se proyecta en el mar en ángulo agudo y en el extremo tiene un medio baluarte en el cual se levantaba una torre.

A partir de aquí se suceden cortinas escalonadas que se comunican con la tierra en el lado posterior. Acompañan la construcción: un foso sin agua y profundo, la contraescarpa, el camino cubierto, el glacis, baterías y baluartes. En su interior, se comunicaba por varias interconexiones y vías de acceso.  

Algunos «dimes y diretes» de la época, entre los que destacan las contradicciones entre los gobernadores de Cuba y Antonelli y problemas en la administración de los presupuestos, hacen que la finalización de la obra llegara más de 40 años después. De hecho, para algunos historiadores la fecha de culminación del Castillo de los Tres Reyes del Morro fue en 1630, sin embargo, otros afirman que fue en 1640.

Por su parte, el Castillo de San Salvador de la Punta corrió con igual o peor suerte, ya que a lo largo de estos años su construcción estuvo a punto de ser detenida en varias ocasiones, a ello se suma que fue sometido a modificaciones estructurales.

Pero la historia constructiva no para ahí. Un siglo más tarde, durante el asedio de la Toma de La Habana por los ingleses la fortaleza resistió heroicamente, pero sufrió un grave deterioro. En 1763, al año de este acontecimiento, se comenzaron obras de reconstrucción encabezadas por los ingenieros militares Silvestre Abarca y Agustín Crame en donde se moderniza el castillo, se crean nuevos espacios funcionales y se transforman algunos elementos de su estructura tanto exterior como interior. La antigua torre fue reconstruida, pero finalmente fue demolida para levantar el faro.

Fortaleza San Carlos de la Cabaña

En 1763 comienza la construcción de la Fortaleza San Carlos de la Cabaña. El ingeniero militar que estuvo al mando fue Silvestre Abarca. La zona donde hoy se emplaza la Cabaña había quedado desamparada desde que se construyó el Castillo de los de los Tres Reyes del Morro. Precisamente, por ser una zona indefensa las tropas inglesas pudieron atacar el Morro y someter a La Habana. 

En 1774 concluyó la construcción de la Fortaleza San Carlos de la Cabaña. Estaba enlazada con el fuerte del Morro y ocupaba diez hectáreas con más de 700 metros de muralla, por lo cual se convirtió no solo en la mayor de la isla, sino también en la fortaleza española más grande construida en América.  

Qué ver y hacer en el Morro-Cabaña

Ceremonia del cañonazo de las nueve

ceremonia-del-canoñazo

La Cabaña acoge una de las tradiciones habaneras más conocidas: el cañonazo de las nueve. Es una ceremonia que data del siglo XVIII y consiste en el disparo de un cañón a las nueve de la noche de Cuba todos los días del año. ¿Quieres experimentar un viaje al siglo XVII? Entonces, «¡sileeeeennncio!». Sincroniza tu reloj y espera con nervios el «¡Fuego!». Los más temerarios llegan temprano, se colocan en primera fila para vivir minutos de intensa emoción al pie del cañón.

Comienza el espectáculo cronometrado: se acercan los jóvenes uniformados de la Corona española, al sonido de tambores y con marcha austera, los artilleros toman cuchara de carga en mano y vierten pólvora por la boca del cañón. Un saco de yute se utiliza a modo de bala y tras baquetazo y baquetazo, se enciende la mecha….

Comienza la tensión, muda contemplación…  De repente una voz dice «¡Para una salva, a mi orden…! ¡Fuego!» y…  ¡boom! Un estruendo súbito y ensordecedor indica que son las 9:00 p.m. en la capital cubana.

Faro del Morro de La Habana

Castillo de los Tres Reyes del Morro

En 1845, el viejo faro fue sustituido por el que vemos en la actualidad. El 24 de julio de 1845, a las 7:30 p.m., se encendió la luz del nuevo faro del Morro. Con 45 metros de altura sobre el nivel del mar, constituye otra de las imágenes más icónicas de La Habana

Subir al faro del Morro es una gran experiencia para los visitantes más atrevidos. La travesía comienza desde el mismo camino que conduce a él: ¡no apto para claustrofóbicos! Se trata de un pasillo angosto en el que se ubicaban los soldados durante los enfrentamientos. Pero, ¡tranquilidad!, cada tres metros hay una hendidura con vistas al puerto y a La Habana de fondo. Justo al final llegarás a esta solemne construcción.

El interior de la torre resguarda una estrecha escalera de piedra que se hace aún más angosta a medida que vamos alcanzando altura. Si en esos momentos comienzas a cuestionarte qué haces ahí, espera, que viene la parte más emocionante: una pequeña escalera de madera rústica. Una vez en la cima, olvidarás lo complicado del acceso, porque te llevarás en el recuerdo y en algún selfie las más impresionantes vistas de La Habana.

Feria Internacional del Libro

Como es habitual, cada año a principio del mes de febrero, el Morro-Cabaña se convierte en el escenario del mayor evento literario del país. Durante estas fechas el pueblo cubano y los visitantes de la isla acuden al complejo para no perderse la gran fiesta del libro.

Algunos llegan como verdaderos interesados en la cita literaria; otros para no perderse las actividades culturales y recreativas colaterales que se realizan. Sea como sea, es uno de los momentos donde más asistentes concurren. 

Otros lugares

En el nivel inferior del Castillo de los Tres Reyes del Morro, por la parte que da a la bahía, durante la reconstrucción se situaron las baterías, hoy convertidas en restaurantes en La Habana: Los doce apóstoles y la Divina Pastora, que tienen a su favor ofrecer vistas del litoral habanero. Muy cerca también se encuentran otros lugares recomendados para su visita: bar El Mirador, el Museo Casa del Che y el Cristo de La Habana.

Palabras finales

El Castillo de los Tres Reyes del Morro y el Morro-Cabaña, en general, ha devenido espacio cultural y un gran museo histórico. Caminar por sus adoquinadas y estrechas calles, sentir el olor a salitre impregnado en sus vetustos muros, disfrutar de las mejores panorámicas de la ciudad o de los más bellos atardeceres a orillas del mar hacen que visitarlo sea una experiencia única y tributa a que su imagen sea de las más universales de La Habana. 

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