CUBANOS

Géneros de la música cubana: 9 ritmos cubanos muy populares

«Por las venas de Cuba no corre sangre, sino fuego: melodioso fuego que derrite texturas y obstáculos, que impide la mesura y, muchas veces, la reflexión. Pero así somos, y ése es nuestro mayor encanto y defecto: estamos hechos de música».
Daína Chaviano, escritora cubana

Dicen que Cuba es Isla de la Música. ¡Y eso lo sabe «malanga»! Si lo piensas, difícilmente hay un espacio de silencio en las calles de Cuba. Esa suerte de melomanía inevitable del cubano hace que se inunden de sonidos variados, muchas veces acompañados de canturreos y de algún que otro «pasillo». La música corre por nuestras venas y el baile es nuestro himno de vida.  

Somos la cuna caribeña de ritmos que se fueron conformando a pura guitarra y tambor hasta encontrar su esencia. Y es esa fisonomía propia la que hace que los géneros de música cubana sean identificables en cualquier rincón del mundo. Vamos a disfrutar de nueve ritmos 100% cubanos que llevamos en la sangre.

9 géneros de la música cubana

1. Danzón, el baile nacional de Cuba

A finales del siglo XIX, en la sociedad Liceo de Matanzas, una orquesta interpretaba una especie de danza más larga y jóvenes criollos de guayaberas invitaban a señoritas con abanicos a bailar en pareja, abrazados y con un contoneo de caderas muy sensual… estaba surgiendo el danzón, uno de los géneros musicales más autóctonos de esta isla.

Con su génesis en la contradanza europea y con algunos añadidos más a la variante criolla de aquella, la habanera, nace el danzón de la mano del compositor Miguel Failde en enero de 1879 con Las alturas de Simpson, canción fundacional del danzón en Cuba. Pausado, rítmico, cadencioso y ordenado, ese es el danzón cubano. Se interpreta con instrumentos como la flauta, violines, timbales y percusión cubana.   

Pero este género musical cubano no lo tuvo fácil. En sus inicios se vio frente a insolentes críticas de los más conservadores porque, ¡imagínense!, aquel ritmo que se bailaba “pegaíto” era visto como escandaloso e indecente. A principios de los años XX la expansión del danzón era más que imparable. Paulatinamente, el danzón fue “padre” de otros ritmos como el danzonete y el mambo y “abuelo” del chachachá.

Además de la orquesta de Failde, que seguía conquistando con famosos danzones La Bollera, Los Tirabuzones, La Malagueña, Para La Habana me voy y Cuba Libre, con los años surgieron toda una serie de orquestas danzoneras como la de Raimundo Valenzuela; la de Belisario López; Arcaño y sus Maravillas; Acerina y su Danzonera, la aún emblemática Orquesta Aragón, la Orquesta de Antonio María Romeu y el ícono del danzón, Barbarito Diez, de hecho, conocido como la Voz de Oro del Danzón.

Lo cierto es que aunque tuvo su auge en las sales de bailes, actualmente el danzón en Cuba ha sido relegado a pieza de museo, desempolvado solo cuando se celebra alguna que otra festividad como el Festival Internacional Danzón Habana o el Encuentro Danzonero Internacional Miguel Failde, celebrado en Matanzas, o en los ingentes esfuerzos de orquestas actuales como la Charanga de Oro; el Piquete Típico Cubano, la Orquesta Danzonera Cubaclamé y la mismísima Orquesta Miguel Failde. 

Unas pinceladas de lo mejor del danzón cubano son Las alturas de Simpson de Miguel Faílde; Dos melodías de Juanito Márquez; Danzón de los danzones y Tres lindas cubanas del compositor Antonio María Romeu. 

2. Changüí, la raíz del son cubano

Géneros de la música cubana: el changüí

Sin duda, otro de los principales géneros de la música cubana es el changüí. Nace en las lomas de Guantánamo a mediados del siglo XIX. Fernando Ortiz en su Glosario de afronegrismos lo define como: “Cierto bailecito y reunión de gentuza (…), quizás changüí será la demostración de gozo o alegría del autor de la baya o chasco, introduciendo el vocablo por los esclavos en sus juegos con los niños blancos”. Este ancestral ritmo musical cubano, de fuerte arraigo popular, fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la nación cubana en 2018.

Pocos instrumentos son necesarios para formar una fiesta changüisera: un tres, maracas, bongó, guayo y marímbula. El tres se toca sincopado; el bongó forma sus travesuras y no mantiene un patrón estándar; la marímbula hace de bajo y todo ello se acompaña del guayo, de las maracas y de una manera de manera de improvisar pausada. 

Dicen que un jolgorio donde se tocara changüí se sabía cuándo empezaba, pero no cuándo iba a terminar porque este contagioso género cubano parecía que poseía a todos los bailadores de pura cepa. Es que para bailar un buen changüí “asincopado” se necesita llevar la técnica en la sangre.  

Entre las figuras más conocidas del changüí en Cuba se encuentran Chito Latamblé; Antonio Cisneros; Eduardo Goulet (Pipi el rey del Changüí en Yateras); Asunción Gainza; María Guevara; Roberto Bauta, entre otros. Representantes más actuales que han popularizado este ritmo dentro y fuera de Cuba son Elito Revé y hasta la afamada orquesta Los Van Van. Por otra parte, lugares como la Casa del Changüí y el Festival del Changüí, que se celebra en la ciudad de Baracoa, se encargan de mantener viva esta tradición cubana.    

3. Son, el más universal de los ritmos cubanos

Uno de los géneros de la música cubana que más condensa nuestra esencia es el son, tan cubano como ningún otro ritmo de la isla. Por los años veinte del pasado siglo en el Oriente de Cuba se escuchaba un ritmo que mezclaba la música bantú africana y la música española, tenía formas esencialmente humildes y era cultivado por las clases más pobres.

En su génesis, como heredero del changüí, pero con algunas incorporaciones, el son fusionaba los sonidos del tres, los bongós, las maracas, las claves y la marímbula. Posteriormente, se añadió la guitarra, el contrabajo y la trompeta. En sus inicios este nuevo estilo musical, que proponía mayor dinamismo y desenvoltura, estuvo sujeto a desprejuicio social por considerarlo una música inferior. Paulatinamente, fue abriéndose paso en las familias de alcurnia de la época y para los años 30 el son era un fenómeno de música bailable dentro y fuera de Cuba.

El baile del son es más atrevido que el danzón. Las parejas se pegan mucho más, las piernas se entrelazan y las mujeres se mueven con mayor soltura y sensualidad. Al principio fue considerado un baile indecente, pero su popularidad entre los cubanos, que somos atrevidos y de sangre caliente, fue inevitable. Este baile es la raíz de otros bailes latinos como la salsa y el mambo. 

Cuba es la cuna de grandes soneros y entre los mayores cultores del género se encuentran el Trío Matamoros; el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro; la Sonora Matancera; Buena Vista Social Club; Adalberto Álvarez, Los Van Van. El son se magnifica en figuras como Miguelito Cuní, Benny Moré, Arsenio Rodríguez, Ñico Saquito, Celia Cruz, Compay Segundo, Pacho Alonso, entre muchos otros.

¿Joyitas del son cubano? Tenemos un montón. Por solo mencionar algunos clásicos, debemos comenzar por Lágrimas negras y Mamá, son de la Loma del Trío Matamoros; Suavecito y Échale salsita del Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro; El cuarto de Tula de Sergio Eulogio González Siaba; Qué bueno baila usted de Beny Moré y Chan Chan de Compay Segundo.

Tanto arraigo tiene este género que en septiembre de 2012 fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación Cubana y en noviembre de 2020 se proclamó el 8 de mayo como el Día del Son Cubano. De hecho, el son fue el gran aliciente de una de las más populares telenovelas cubanas: Al compás del son.

4. Mambo, ¡rico y sabroso!

Cuba de los años treinta y cuarenta, mujeres en tacones con labios rojos y hombres de zapatos a dos tonos, un glamuroso bar con una vitrola de la que emergía un vertiginoso y sincopado «¡1, 2, 3! ¡maaaambo!». Eso era el mambo en la isla: moda, sensualidad, frescura, una forma de vivir una época y uno de los géneros de la música cubana más populares. 

Al decir de García Márquez el mambo era «mezcla de rebanadas de trompetas, picadillos de saxofones, salsa de tambores, y trocitos de pianos bien condimentados […] milagrosa ensalada de alucinantes sonidos». Esa amalgama de sonidos derivados de la fusión de varios instrumentos daba lugar a un ritmo ágil, suelto y galante que invitaba inevitablemente a bailar. 

El origen del mambo no está bien claro. Algunos sitúan su surgimiento en el año 1910 cuando Antonio Arcaño saca su Danzón de nuevo ritmo; otros encuentran sus génesis cuando Orestes López, en los años 30, combina bailes europeos, como la contradanza y el country, con sonoridades folclóricas africanas. Pero en lo que nadie duda es que la figura cimera del mambo cubano fue Dámaso Pérez Prado al fusionar jazz estadounidense con ritmos afrocubanos y hacer nacer en los años 40 una composición musical auténticamente cubana.

El mambo posee un ritmo a base de síncopa; su cimiento es el ritmo instrumental y elimina al vocalista; tiene tres ritmos distintos: el sencillo, el doble y el triple. Un rico mambo puede bailarse solo o en pareja. Eso sí, requiere alto grado de agilidad y sincronización, ya que se articulan al mismo tiempo pies y brazos alternados. 

Con la moda del mambo surgieron varios representantes que pusieron en alto este ritmo cubano a nivel internacional. Ahí encontramos a la popular Charanga de Arcaño y sus Maravillas con su tema Mambo; a Dámaso Pérez Prado con ¡Qué rico mambo! y Mambo no.5 y, por supuesto, al Benny Moré con su «pero qué bonito y sabroso bailan el mambo las mexicanas, mueven la cintura y los hombros igualito que las cubanas…», estribillo del famosísimo tema Bonito y sabroso.   

5. Rumba cubana, del solar a los salones de bailes

Géneros de la música cubana: rumba

De origen bantú-congo, con elementos musicales de los lucumíes y carabalíes y modelos de rima hispanos, la rumba es tan mestiza como el cubano mismo. Luis Carbonell resume en una frase su esencia: «La rumba es Cuba: hermosa y muy alegre». Fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2016.

Surgió en Matanzas, en los solares y cuarterías, como una forma de regocijo de los sectores marginados de la sociedad colonial y neocolonial. Hoy una rumba cubana se arma en un «dos por tres» porque nuestra rumba es alegría y diversión. Ese ritmo te envuelve, te atrapa y ante ella sucumben todos los cubanos. Con solo sentir los golpes del tambor se forma la caliente rumba, lo mismo en un solar en plena Habana Vieja o en alguna esquina que en salones elegantes.

En cualquier lugar se improvisa una rumba y si falta el tambor, eso no es problema, porque los cubanos nos la ingeniamos para inventar, así que una caja de madera, una puerta y hasta un sartén pueden servir para imitar el sonido del tambor. La rumba se toca, se canta, se baila. Tiene un ritmo muy explosivo, va acompañada de cantos tarareados llamados «lalaleo» o «diana» y no puede faltar el sensual baile que varía en dependencia de sus tres estilos fundamentales: el yambú, la columbia, y el guaguancó. 

Entre las principales agrupaciones folclóricas de rumba cubana se encuentran los Muñequitos de Matanzas, el Conjunto Folklórico Nacional, el Conjunto Clave y Guaguancó, Los Papines, Yoruba Andabo, y muchos más.

6. Punto cubano, una fiesta campesina  

En el amplio diapasón de los géneros de la música cubana no podía faltar el punto cubano o punto guajiro. Este género musical es heredero de la cultura española, pero como todo lo cubano, tiene su pizca de elementos africanos. Se desarrolló, fundamentalmente, en el entorno rural de la isla, pero con las migraciones poblacionales fue ganando terreno en los centros urbanos.

Aunque se piensa que surgió a fines del siglo XVIII, alcanzó su apogeo en el siglo XIX y hasta el sol de hoy constituye una expresión tradicional de nuestra música. Los instrumentos principales de este género musical son la guitarra, laúd, tres, claves, güiro y cencerro; pero la cereza del pastel es la décima cubana, que sirve de telón para controversias e improvisaciones.  

La música campesina tiene una reina por antonomasia: Celina González. A ella se deben los «clásicos» Yo soy el punto cubano y ¡Que viva Changó! Otras grandes estrellas también brillaron, entre ellas, Reutilio Domínguez; Chanito Isidrón; Radeunda Lima; el Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí y, en los últimos años, Ramón Veloz y Coralia Fernández, Tomasita Quiala, Inocente Iznaga y María Victoria Rodríguez.

El punto cubano se suma a los otros géneros musicales de la Mayor de las Antillas declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Y hasta uno de los más populares programas de la televisión cubana se encarga de mantener viva la tradición del guateque en nuestras pantallas: Palmas y Cañas

 

7. Chachachá, qué rico chachachá

Es un género de la música cubana que nace en 1948 por azar, de manera fortuita, mientras el compositor y violinista Enrique Jorrín experimentaba con el danzón. Precisamente, por el hecho de reinventar la forma, la melodía y el ritmo del danzón, Jorrín bautizó su nuevo género como neodanzón. ¿Por qué hoy se conoce como chachachá? El nombre proviene del sonido peculiar que realizan los pies al chocar con el suelo mientras se ejecuta el baile.

Los instrumentos que hacen la maravilla de este ritmo cubano son las maracas, cencerro, trompeta, trombón, bongó, timbales, güiro y contrabajo. El éxito de este género cubano radica en su manera de bailar: los pasos son simples y fáciles, se baila en pareja, con el característico movimiento de caderas tan caribeño y su aire sensual. El ritmo no es ni muy lento ni demasiado rápido; ideal para que los bailadores de primera quisieran experimentar el baile del chachachá.

Rápidamente conquistó las pistas de bailes no solo de Cuba, sino también de Latinoamérica y Estados Unidos. Los temas clásicos del chachachá cubano son La engañadora de Enrique Jorrín y El cerezo rosa de Dámaso Pérez Prado, versión en chachachá de su mambo homónimo. Entre los grandes exponentes del género se encuentran la Orquesta Jorrín, la Orquesta Aragón, la Orquesta América y la Orquesta Fajardo y sus Estrellas.

8. Salsa y timba cubana, ¡a ponerle corazón!

Géneros de la música cubana

El origen de la salsa es bastante polémico, pues muchos países reclaman su paternidad. Pero sea como sea, lo que sí está claro es que la salsa cubana es un verdadero ajiaco que tiene sus raíces en el son fusionado con otros ritmos como el jazz, la guaracha, el mambo y hasta el bolero. Y, más claro aún, es que la salsa constituye dentro de los géneros de la música cubana el más popular.  

Por su parte, la timba es la máxima expresión de la salsa que se hace en Cuba. Es el momento de apogeo, donde se sube la temperatura y ese ritmo que nos alborota, nos saca de control y que tiene un poder inmenso sobre nuestros sentidos. Se caracteriza por tener una amplia representación del piano, batería, percusión latina, trompeta y trombón, a lo que se suma altos niveles de improvisación y un baile en solitario con un lenguaje corporal muy sensual, agresivo, provocador y espontáneo.

Entre los principales salseros y timberos cubanos se encuentran Los Van Van; NG, la banda; la Charanga Habanera; Pupy y los que Son Son; Maykel Blanco y su Salsa Mayor; Elito Revé y su Charangón, Paulito FG y varios representantes más.

9. Conga, ¡arrollando por Santiago!

Y si hay un género musical bailable que simboliza esa alegría de los cubanos es la conga. Pensar en una conga cubana es imaginar carnavales, sabrosura, tambores, trajes coloridos, coros improvisados… Carnaval y parrandas cubanas que se respeten tienen una contagiosa conga para mover en masa a los cubanos. Bien decía Alejo Carpentier que aquellas marchas rítmicas eran “ballets ambulantes”.

La conga es de origen africano y aunque está extendida como una de las manifestaciones más populares de toda la isla, lo cierto es que la conga santiaguera, nacida en el barrio Los Hoyos en el 1900, tiene una sonoridad inconfundible que se logra por la mezcla de los tradicionales instrumentos sonoros, como los tambores, cencerros, campanas, tumbadoras, sartenes, bombos y trompetas, con la corneta china.

La conga se ha incorporado al repertorio musical de varias agrupaciones cubanas, entre ellas, la Ritmo Oriental, La Monumental, Orquesta Yacaré, Irakere, Original de Manzanillo, Los Tambores del maestro Enrique Bonne y, por supuesto, Sur Caribe, que puso en alto el género con su arrolladora Añoranza por la conga.

Palabras finales

Los cubanos tenemos nuestro propio ritmo, nuestro rico “tumbao”, es inevitable, llevamos el compás escrito en nuestro ADN y parecemos nacidos de un acorde musical. Un ajiaco de ritmos conforma esta isla bañada de sabor caribeño, por eso los géneros de la música cubana son tan múltiples como nuestra propia cultura. Sabemos que nos quedan otros géneros musicales de Cuba. ¡Es tanta nuestra riqueza musical! ¿Cuáles otros agregarías a este listado? 

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